Nuestro amigo Carlos Fadrique, experto en cicloturismo, colabora con nosotros en el artículo de esta semana explicando diferentes formas de llevar la bici de viaje.
Siempre me ha hecho gracia que cuando vas de viaje en bici, la gente te pregunta de dónde vienes, y acto seguido “¿y cuánto te ha costado?”. Pues unas horas, porque no hemos llegado pedaleando desde casa. Y es que en cualquier viaje, cómo llegar a tu punto de partida o volver a casa es un tema importante. Todo ello se complica porque los cicloturistas tenemos el vicio de ir muy cargados (con tienda de campaña, cocina y demás) y con una máquina llamada bici, que es relativamente voluminosa. Además, si no eres rarito, y viajas en compañía, el problema se multiplica. Nosotros que ya llevamos unos cuantos viajes entre las piernas, te contamos las opciones que hay.
ALQUILER O AGENCIA DE TRANSPORTE
Puede que la alternativa más sencilla sea alquilar bicis en nuestro destino. En esta opción lo que no gusta es que los viajeros sabemos lo importante que es una bici ajustada a nosotros, y que no nos torture con el paso de los kilómetros. Una bici nueva es una fábrica de dolores, rozaduras y ajustes. Para mí, una alternativa es mandar la bicicleta por agencia de transporte. Para algunos destinos como el camino de Santiago salen precios muy competitivos. Las bicis van semi desmontadas en una caja de cartón, que podemos aprovechar para meter alguna cosilla más. Si tenemos una bici que queremos que no sufra golpes y maltratos, sé generoso con el embalaje. Estas dos opciones las he puesto juntas porque al no viajar con la bici a cuestas es más fácil y barato acceder al transporte público.

VEHÍCULO PARTICULAR
Si consideramos llevar la bici a cuestas, lo más cómodo es transportarla en un vehículo particular. Lo que vendría a ser un coche o una furgo. Según el número de viajeros es lo más barato y práctico. Y lo mejor para los nervios en el caso de familias con niños. Eso sí, hay un “Pepito grillo” que te dice todo el rato con acento de Albacete “ay canalla, que viajas en bici, pero vas y vuelves contaminando….”. Y es inevitable sentirse mal. Otro tema peliagudo es dónde dejar el coche varios días aparcado a salvo del sol y malas personas. Para ponértelo más difícil, debes buscar un porta bicicletas adecuado para tu coche, lo que implica más gasto.
TRANSPORTE PÚBLICO
Para todos los valientes que prescinden del coche, queda el transporte público. Yo espero ser un viejecito en un sofá que cuente a sus nietos “lo complicado que era subir una bici a un autobús o tren cuando yo era joven”. Con eso describo las trabas que hay para las bicis en España en el transporte público y mi ilusión que se arreglen en un futuro. En los autobuses de línea interurbana admiten bicis en el maletero. El problema reside en que muchas veces es imposible reservar espacio, por lo tanto si la gente lleva mucho equipaje, pueden dejarnos en tierra. Además el conductor siempre tiene la última palabra, aunque nos asistan todos los derechos de la compañía. El argumento más normal es que las bicis no van embaladas y que joden el resto de maletas. Eso es verdad, aunque en la refriega nuestras bicis también se llevan sus cicatrices. Para estos casos, lo mejor es desmontar sillín y rueda delantera. Coger ambas partes con bridas al cuadro y envolver generosamente con film de cocina. Aun así lo mejor es llevar gomas largas, porque en el interior de los maleteros de autobús hay unos travesaños donde sujetar el paquete que hemos hecho, y de esa forma, bien sujetas, no jugarán a los coches de choque con el resto de maletas.
TREN
En el tren y el metro está mejor el tema de subir una bici normal sin desmontar. Pero tampoco es para tirar cohetes, y hay que informarse de las restricciones, para evitar sorpresas. En España, para distancias largas está fatal, y en la práctica sólo se admite en trenes regionales. Este tipo de trenes son lentos y con malos horarios. Otros tipos de tren, como el AVE o talgo son sencillamente inaccesibles para bicis. En Francia, está muy bien organizado, y es una de las razones que la mayoría de nuestros viajes han sido por allí. Los trenes tienen zonas específicas donde colocar bicis, algunas con pago y reserva. En otros son libres, con lo que el único problema puede ser que haya muchos viajeros con bici en ese momento. Y en los trenes de largo recorrido como los TGV debes subirlas medio desmontadas y con una funda de unas medidas dadas. Estas fundas tienen un precio de menos de 100€, son de nylon y plegables, con lo que las podemos llevar detrás.

POR AIRE Y MAR
Para los más intrépidos queda el subir la bici a un avión. Yo, sinceramente, esto no lo he intentado. Aquí hay que atenerse a las normas de la compañía, y echar mano de la calculadora por si nos compensa alquilar una bici. Porque barato, no suele ser. Además, aquí sí que hay que ser muy cuidadoso con el embalado de la bici, puesto que los golpes que le pueden dar son importantes. Venden fundas rígidas pero son tan caras que creo que quedan al alcance de los semi profesionales para arriba. Algo que sí que he probado yo, es llevar la bici en barco. Mola porque casi siempre es gratis. Eso sí, como va en la bodega, deja sólo lo imprescindible, y quédate a ver como el marinero la sujeta. Hay veces que con las prisas pasan varias bicis con unas cinchas que aprietan como el abrazo de una madre. Aquí en España para destinos como las Islas Baleares es una opción muy chula.
UN VIAJE EN BICICLETA ORGANIZADO
Me he querido dejar para el final los viajes organizados, donde ellos se ocupan de todo. Te llevan a ti, tu equipaje y amada bici donde haga falta. Esto en lugares con transporte público pobre, puede ser la única opción. Y es altamente recomendable en grupos. No pienses tanto en el dinero que vas gastar. Piensa en que no perderás la amistad o relación familiar cuando termines el viaje. Ya me ha pasado alguna vez que me he llevado a alguien novato, y he medio reñido con las primeras dificultades logísticas (¿eh mamá?).
Sólo espero haberte ayudado, y no acobardado, antes de que emprendas tu propio viaje. Todo el jaleo de llevar la bici de viaje añade unas gotas de aventura, en tu viaje, y es fuente de anécdotas que luego siempre recuerdas.